Así se titula uno de los tantos artículos que se han publicado en los últimos días, a raíz de la expansión del brote de coronavirus, del que las primeras noticias pasaron casi desapercibidas, hace ya más de tres meses. Hoy, ya está presente en nuestras vidas, en nuestras conversaciones, en nuestros actos. Incluso en un pueblo tranquilo, en la España vaciada de la que tanto se está hablando, constituye un riesgo importante.
En Fem Llitera, como en tantos otros lugares, hemos vivido con aprehensión el transcurso de los acontecimientos en las últimas horas. Las restricciones han llegado también al medio rural, junto con el aprendizaje de nuevos usos y costumbres. Hemos aplazado las reuniones con los agentes locales, así como la recogida de información para los estudios diagnósticos, siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y de otras fuentes públicas. Sin embargo, los cambios más difíciles son, algunas veces, los más pequeños. Menos visitas a los abuelos, saludos sin contacto físico… Cambios que se engloban en el paradigma de distanciamiento social, y que pueden prolongarse en el tiempo.
En primer lugar, queremos hacer un llamamiento a la calma, y a la responsabilidad de toda la población. Respetemos las consignas oficiales, permanezcamos en nuestros hogares en la medida de lo posible. Quizás no sea el mejor momento para ir de vacaciones al pueblo, ni para hacer esa comida familiar que tanto nos apetece. Ni de reenviar ese tweet tan impactante y cuya fuente no es oficial. Pensemos en los colectivos más vulnerables, especialmente en las personas mayores, que constituyen la mayor parte de la población rural.
Además, como no podemos quitarnos las gafas de la despoblación, este tema nos suscita una reflexión sobre el modelo de crecimiento poblacional que se ha seguido en este país desde los años 60 del pasado siglo. Nuestra iniciativa surge por y para la gran problemática que se deriva de este modelo: la pérdida de habitantes por parte del medio rural, que en algunos casos ha llevado incluso a la desaparición de pueblos enteros, con la consiguiente pérdida de formas de subsistencia, de comercio, y de cultura.
Sin embargo, también miramos la situación desde el otro lado. Desde las grandes ciudades como focos de inmigración rural. Desde la masificación del extrarradio, fenómeno al que ha contribuido también la gentrificación en algunas capitales. Desde una situación crónica de desequilibrio poblacional en la casi la mitad de la población española vive en ciudades de más de 300000 habitantes.
Creemos que esta situación nos puede invitar a soñar con otra forma de hacer las cosas. A soñar con una distribución equitativa y sostenible, en los tres ejes – social, medioambiental y económico – de la población y de los recursos. A soñar con unos pueblos vivos y cuyo importante papel en la sociedad, más aún en un momento como este, sea plenamente reconocido y potenciado desde dentro. De momento, nos toca parar, y en Fem Llitera, aprovecharemos este paréntesis para plantear nuevos retos y soluciones a los desafíos del medio rural, y de la sociedad en su conjunto.
Paremos, pues, y dediquemos el tiempo a construir, sobre otras bases, un nuevo relato. En este artículo se incluyen algunos enlaces que sientan las bases para esta misión, pero también necesitamos contar con tus ideas. Escríbenos un mensaje, llámanos, haznos llegar tu voz.